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Editorial

Buenos Aires y la Confederación

Columna a cargo de Karen Weisman, Profesora de Historia

Buenos Aires y la Confederación
Buenos Aires y la Confederación

28 de Enero de 2024

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El 3 de febrero de 1852, se enfrentan en la batalla de Caseros, el “Ejército Grande” al mando del entrerriano Justo José de Urquiza y las tropas comandadas por Juan Manuel de Rosas, gobernador de la provincia de Buenos Aires, en quién las provincias delegan el manejo de las relaciones exteriores.  Tras la derrota, Rosas, redacta su renuncia y parte al exilio mientras algunos miembros dispersos de las tropas urquicistas saquean la ciudad de Buenos Aires. 

Impuesto el orden y designado cómo gobernador Vicente López y Planes, Urquiza ingresa a Buenos Aires con sus escuadrones compuestos de correntinos, entrerrianos, santafesinos, orientales (uruguayos) y brasileros. A la mayoría de los porteños la irrupción del caudillo entrerriano y sus tropas les causa repulsión y rechazo. La mayor parte de la elite porteña los aborrece por ser “provincianos”, los sectores populares los rechazan por haber derrotado a su amado gobernador Juan Manuel de Rosas.

Al amparo del lema “ni vencedores ni vencidos” Urquiza comienza a trabajar para conseguir las adhesiones necesarias con fin de organizar constitucionalmente a nuestro territorio. Los emigrados durante el rosismo comienzan a regresar al espacio rioplatense e intentan imponer sus ideas y reemplazar a los gobernadores (caudillos) de las provincias, pero Urquiza, respetando las autonomías provinciales, no hace lugar a estos intentos de implantar nuevos gobiernos y restablece lo acordado en el acto Federal de 1831. Los gobernadores provinciales delegan en Urquiza el manejo de las relaciones exteriores y aceptan el proyecto de organización constitucional del país.

Para poder avanzar más ágilmente en la organización Constitucional y legitimar su poder, Justo José de Urquiza convoca a los gobernadores de las provincias a una reunión en San Nicolás de los Arroyos. El acuerdo de San Nicolás, firmado el 31 de mayo de 1852, establece entre otros puntos:

  • La reunión de un Congreso Constituyente en Santa Fe que estará integrado por dos diputados por provincia
  • Abolir los derechos de tránsito sobre las mercaderías que pasan de una provincia a otra.
  • Crear el cargo de Director provisorio de la Confederación Argentina. Para cubrir dicho puesto es designado Urquiza.

Todas las provincias ratifican el acuerdo a excepción de Buenos Aires. Los bonaerenses no están a favor de la representación igualitaria, recordemos que la delegación para el Congreso se compone de dos diputados por provincia, ya que pretenden que la elección de los diputados sea proporcional a la cantidad de habitantes lo que les brindaría un número de delegados superior al resto de los estados provinciales. Además, se oponen a que los recursos que genera la aduana porteña se utilicen para sostener al gobierno nacional y, sobre todo, no aceptan el nombramiento de Urquiza cómo Director provisorio.

Febriles jornadas se vivencian en la legislatura bonaerense en dónde la mayoría de los legisladores, luego de furibundas y violentas discusiones, deciden rechazar lo pactado en San Nicolás. Estos acontecimientos precipitan la renuncia del gobernador López y Planes. Urquiza interviene y asume personalmente el gobierno de Buenos Aires. 

En septiembre de 1852 el Director provisorio viaja a Santa Fe para iniciar las sesiones del Congreso Constituyente, los porteños, aprovechando su ausencia, se levantan con la consigna de defender la autonomía de la provincia, recuperar su gobierno y el manejo de los recursos aduaneros y en oposición a que la Organización Nacional se base en la autoridad de Urquiza. En síntesis, los porteños aspiran a que la organización nacional gire en torno al papel hegemónico de Buenos Aires. 

La Legislatura porteña decide desconocer el Congreso Constituyente, Urquiza piensa en intervenir, pero ante la noticia de que no tiene apoyos entre la población bonaerense, opta por proteger la reunión del Congreso. De esta manera Buenos Aires se separa de la Confederación.

El 1° de mayo de 1853 se sanciona la Constitución, que luego de ser promulgada por Urquiza, es jurada por el pueblo de la Confederación Argentina. 

En el año 1854 se realizan elecciones y son elegidos Justo José de Urquiza cómo presidente y Salvador María del Carril, cómo vice. La ciudad de Paraná oficia de sede de las autoridades nacionales. El primer objetivo de la presidencia de Urquiza es lograr la organización institucional del país, para lo cual se deben establecer las instituciones del Estado y lograr el acatamiento de los gobiernos provinciales. Si bien se puede conformar el Poder Legislativo, se producen severas dificultades para conformar el Poder Judicial dada la falta de personas capacitadas para cumplir las funciones propias de dicho poder.

Urquiza intenta mantener relaciones cordiales con Buenos Aires, pero los serios problemas económicos, la falta de recursos, las dificultades en las comunicaciones y en el tránsito de mercaderías sumado al escaso desarrollo agrícola, el estancamiento de la industria artesanal y el fracaso de las medidas tendientes a organizar el tesoro nacional, fuerzan a que se apruebe la Ley de Derechos Diferenciales en el año 1856 que, a grandes rasgos, busca aumentar la recaudación subiendo la carga impositiva de aquellas mercaderías importadas que ingresan a la Confederación provenientes del puerto de Buenos Aires, asimismo baja la carga impositiva de aquellas mercaderías que ingresan o que se embarcan por los puertos habilitados por el gobierno nacional. Esta medida no brinda los resultados esperados, si bien el tráfico comercial aumenta, sobre todo en el puerto de Rosario, Buenos Aires sigue siendo el centro financiero del país, ante este panorama, la única alternativa viable para sobreponerse a las penurias económicas es incorporar a Buenos Aires a la Confederación.

La sanción de la ley de derechos diferenciales altera la convivencia entre ambos estados. Las tensiones van creciendo en la medida que Buenos Aires pretende romper la unión confederal, apoyando a los movimientos provinciales que buscaban la unidad nacional bajo la dirección porteña. El caso más emblemático fue el de la provincia de San Juan.

 La intervención de Buenos Aires en los asuntos internos del gobierno de la Confederación obliga al Poder Legislativo a autorizar a Urquiza a resolver el problema de la unidad nacional por medios pacíficos o por la fuerza. No logrando remediar las diferencias mediante el diálogo, finalmente, encuentro entre ambos ejércitos se produce en la cañada de Cepeda el 23 de octubre de 1859, resultando victorioso Urquiza. Cómo consecuencia de este resultado se firma el Pacto de San José de Flores en el cuál se dispone, entre otros puntos:

-Buenos Aires se declara parte integrante de la Confederación.

-Una convención provincial, estudiará la Constitución de 1853 y propondrá reformas.

-La aduana se nacionalizará; durante 5 años la Nación asegura el presupuesto provincial con base en el de 1859.

La Convención Nacional Reformadora aprueba la mayoría de las propuestas de modificación impulsadas por Buenos Aires y en septiembre de 1860 se efectúa la primera reforma constitucional.

En el año 1860 termina el mandato presidencial de Urquiza, realizadas las elecciones se elige cómo presidente a Santiago Derqui y cómo vice a Juan Esteban Pedernera. Si bien existe una unión constitucional, ésta no termina con las rivalidades políticas y económicas entre Buenos Aires y la Confederación. La convivencia entre ambos estados es atravesada por una escalada cada vez más agresiva de violencia, lo que desemboca en un segundo encuentro entre el ejército confederal, al mando de Urquiza y el ejército bonaerense comandado por Mitre. La batalla de Pavón, que se produce el 17 de septiembre de 1861, le da la victoria a Buenos Aires. El presidente de la Confederación, Derqui, intenta rearmar el ejército, pero ante su falta de autoridad, decide marcharse del país. Finalmente, Bartolomé Mitre, avanza sobre el territorio de la Confederación, ocupa Rosario y, a partir de ahí, se encarga ejecutar el plan político que tiene como finalidad reorganizar el país bajo la hegemonía de Buenos Aires. 

Cómo dice el dicho popular “Dios es argentino, pero atiende en Buenos Aires”

La intervención de Buenos Aires en los asuntos internos del gobierno de la Confederación obliga al Poder Legislativo a autorizar a Urquiza a resolver el problema de la unidad nacional por medios pacíficos o por la fuerza.