70
Editorial

Ya que estamos, hablemos de crisis. 1890 y el primer default argentino.

Columna a cargo de Karen Weisman, Profesora de Historia

El default de Argentina tiene una larga historia
El default de Argentina tiene una larga historia

16 de Diciembre de 2023

Visitas: 754

Redes

Estas últimas jornadas han sido pródigas en análisis sobre la situación económica argentina actual y de anuncios sobre medidas para terminar con el “eterno” problema argentino de “subsistir” en base a una economía deficitaria. Según el análisis discursivo realizado por Javier Milei y su ministro de economía Luis Caputo, el crecimiento basado en déficit es una cuestión que ha atravesado la historia moderna de nuestro país.

El actual territorio argentino ocupó, durante la etapa virreinal, un lugar marginal en el sistema económico colonial, cuyo principal interés era la extracción de metales preciosos, ya que no poseía minas que proveyeran de importantes cantidades de oro y plata. Sólo el puerto de Buenos Aires comenzó a ganar importancia al ser el lugar dónde eran embarcadas grandes cantidades de plata que se extraían de las minas de Potosí en el Alto Perú.

Una vez que logramos independizarnos del yugo español, en 1816, nuestro país se enfrentó a una serie de conflictos internos entre Unitarios y Federales que impidieron su organización cómo un Estado moderno. Al no haber garantías jurídicas ni organización estatal, seguíamos ocupando un lugar marginal dentro del sistema económico mundial ya que ningún Estado o inversor privado se quería arriesgar a invertir en una región que estaba atravesada por un conflicto civil. (Podemos aquí nombrar el préstamo que gestionó Bernardino Rivadavia, pero, dada la complejidad del tema, prefiero abordarlo más adelante).
Los enfrentamientos civiles tienen su fin con el derrocamiento de Juan Manuel de Rosas, gobernador de la provincia de Buenos Aires, y la promulgación de la Constitución Nacional, de características federales, en 1853. Sin embargo, la promulgación de la constitución no terminó con los conflictos internos, ya que, la provincia de Buenos Aires no aceptó algunas de los artículos de nuestra carta magna y se separó del resto de las provincias, lo que ocasionó que hasta 1862 hubiera dos estados dentro de la República Argentina: La Confederación y Buenos Aires. 

Una vez que logramos la reunificación nacional, se impusieron en el gobierno nacional, aquellos dirigentes que comulgaban con el liberalismo, y, acorde a esa ideología, se insertó a la argentina en el mercado mundial como proveedora de materias primas, cereales, carnes, cuero, lana e importadora de bienes manufacturados. ¿Por qué causas se eligió ser proveedores de materias primas? Básicamente por que los liberales de la época se basaban en la ley de las Ventajas Comparativas que sugiere que cada país debe especializarse en la producción de aquellos bienes y servicios para los cuáles sus costos de oportunidad sea menor comparado a otros países. En Argentina tenemos una inmensa Pampa Húmeda, cuyo clima excepcional y la fertilidad de sus tierras, la convertían en un lugar privilegiado para la producción cerealera y ganadera a costos bajísimos.  O sea, se privilegió la agroexportación y no la industrialización, ésta última tiene el beneficio de generar valor agregado a través del trabajo.

Para realizar modernizar al Estado Argentino, a través de obras públicas, pagar funcionarios y empleados públicos y mantener la balanza comercial, que en nuestro caso es negativa ya que, en términos de valor, importábamos más de lo que exportábamos, los gobiernos que administraron nuestro país entre 1862 a 1890, recurrieron al financiamiento externo al punto que se solicitaban préstamos para pagar un préstamo anterior. La deuda externa se transformó en un problema.

En 1886, termina su primera presidencia Julio Argentino Roca, apodado el zorro, que tenía gran aceptación y reputación ante sus congéneres. Para sucederlo en el gobierno, nombra a su concuñado, Miguel Juárez Celman, que logró imponerse en elecciones fraudulentas.

No está claro por que Roca elige a Juárez Celman para sucederlo en la presidencia. Lo que si está claro es que el nuevo presidente no tenía las cualidades morales para ejercer el cargo dados los resonantes casos de corrupción que se le atribuyen.

Y…. en 1890 llega el estallido!

Para ordenar un poco el sistema monetario argentino, en el año 1883 se aprueba la Ley general de moneda (Ley 1130), complementada con la ley 1354. Con ésta última se implementa el monetarismo oro (el valor de la moneda se respalda en oro, se implementa dicho tipo de cambio hasta el año 1885) y se autoriza sólo cinco bancos a emitir (no existía aún el Banco Central). 

Juárez Celman preside un gobierno profundamente corrupto y paternalista, ya que, impulsaba el empleo púbico para conseguir el apoyo popular y beneficiaba a sus amigos y conocidos concediéndoles la realización de diversas obras públicas, lo que les permitía seguir acumulando riquezas a costa del pueblo, además de privilegiar la inversión extranjera, por ejemplo, ferrocarriles, frigoríficos entre otras, en base al cobro de coimas y brindar privilegios económicos y fiscales a las empresas inversoras, por lo cual obtenían cuantiosas ganancias.

A medida que el Gobierno de Juárez Celman iba avanzando también lo hacía la inflación, que provoca que la población comience una serie de huelgas y protestas a las cuáles el gobierno hizo caso omiso. 

Ante la falta de dinero, y la dificultad de conseguir financiamiento externo tomando nuevas deudas (básicamente por que el monto adeudado era enorme y la banca internacional no aceptaba conceder nuevos préstamos hasta que se regularizara el pago de la deuda en curso) es que en el año 1887 se dicta la Ley de bancos garantidos, por la cuál se autorizaba a cualquier entidad que se sujetara a sus disposiciones (contar con un capital de 25.000 pesos oro) a emitir billetes, con fondos públicos nacionales, para ello, los bancos tenían que comprar al gobierno los fondos que no eran otra cosa que títulos de deuda interna pagando sus precios en oro. Luego, a cambio de los títulos, recibían billetes que llevaban el nombre de cada Banco. Para controlar el cumplimiento de la ley se crea la Oficina Inspectora de Bancos Garantidos.  En principio el sistema era aceptable, pero de la manera que fue aplicado fracasó.

La ley de bancos garantidos provocó un gran aumento de entidades bancarias, que compraban deuda pública para emitir. Esto dio lugar a un aumento considerable del dinero circulante y con ello aumentó la inflación y la especulación. Los sectores económicamente poderosos, cómo ser los agroexportadores, no tenían interés en sanear la economía ya que se beneficiaban cobrando sus ventas en oro, pagando salarios y consumiendo bienes y servicios en pesos devaluados. Además, muchas entidades, dada la falta de control y la corrupción, comenzaron a emitir dinero de forma clandestina.

A la emisión descontrolada de dinero y la alta inflación, tenemos que sumar el excesivo gasto del estado, que durante la presidencia de Juárez Celman se incrementó de manera notable, junto con un desequilibrio en la balanza comercial todo éste combo provoca que nos encontremos ante un Estado sumamente deficitario.

Ante el avance de la crisis económica, que afectaba de manera brutal a los sectores populares, Juárez Celman intentó tibiamente, reducir el déficit fiscal y terminar con la especulación financiera, pero no alcanza. La actividad económica se va deteriorando, se paraliza la obra pública, la inflación se acelera y los obreros comienzan una serie de huelgas, Numerosas empresas y comercios quiebran, los bancos restringen el acceso al crédito. 

En junio de 1890 el gobierno comunica que no puede pagar la deuda externa y comienza el pánico en la bolsa de valores y en los inversionistas especuladores. Juárez Celman va perdiendo apoyos políticos. Su gobierno ya extremadamente débil, recibe la estocada final en la llamada “Revolución del Parque” en dónde jóvenes pertenecientes a la Unión Cívica se enfrentan a las tropas del gobierno. Aunque éstas aplastan la rebelión la suerte del presidente ya estaba echada y renuncia el 5 de agosto de 1890.
 

Los gobiernos que administraron nuestro país entre 1862 a 1890, recurrieron al financiamiento externo al punto que se solicitaban préstamos para pagar un préstamo anterior.